LA ESCLAVITUD EN LA CASA DE LA MONEDA

 

Los europeos sabían para el año 1600, que miles de nativos de los Andes sufrían diariamente en las entrañas del Cerro Rico de Potosí (hoy Bolivia). Lo que pocas personas sabían, era que las monedas de Potosí producidas por millones cada año en el siglo XVII fueron fabricadas por africanos esclavizados.

 

El Virrey Francisco de Toledo estableció la Casa de la moneda en Potosí 1574 y también autorizó el trabajo de los primeros esclavos. Inicialmente esos pocos esclavos pertenecían a la corona y se prestaban a los Capataces de talleres privados, cuyos abusos y la muerte de los esclavos dieron fin al proceso. En 1598, los Capataces fueron obligados a comprar o arrendar sus propios esclavos. La incorporación de esclavos antes que miles de trabajadores andinos procedentes de la Leva y el Contrato se debían a motivos de seguridad, que constituía una preocupación.

 

Todos los esclavos de la Casa de la Moneda de Potosí eran africanos o descendían de ellos; su principal trabajo consistía en cortar y alisar los cospeles, usando grandes tijeras, así como martillos y cinceles. Templaban y cortaban esas monedas primitivas en talleres llamados hornazas, donde se nombraban como "ajustador", "despicador" y "martillador". Para la segunda década del siglo XVII había alrededor de 150 esclavos en la Casa de la Moneda realizando esas actividades y también blanqueando las monedas en cuartos conocidos como de "blanquiamiento" o "blanquisición". Otros trabajaban en la fundición, junto a una docena de yanaconas, e incluso otros realizaban tareas de herrería o albañilería. Algunas de las esclavas cocinaban e ingresaban la comida a la Casa de la Moneda a la hora del almuerzo, mientras que otras lo hacían para robar mineral. Algunas estaban casadas con los trabajadores y las visitas conyugales tenían lugar en la carbonería.

 

Los trabajadores de la Casa de la Moneda y sus oficiales ganaban un ingreso proporcional al total de la moneda acuñada por peso. El rey obtenía su parte a través del impuesto Señoreaje y los trabajadores a través del impuesto Braceaje.

 

Poco después de establecerse la Casa de la Moneda en México en 1535 se dispuso que los trabajadores nativos reclutados, con alguna experiencia en metalurgia, pudieran realizar ciertas labores, incluyendo el corte de moneda. Sin embargo, éstos fueron rápidamente reemplazados por esclavos africanos, a quienes les fueron dados títulos similares a los establecidos en las ordenanzas de 1497. Los propietarios de esclavos, quienes a menudo disfrutaban de puestos en la Casa de la Moneda como tesoreros o alcaldes, diseñaron una manera de convertir a sus esclavos en capataces y obreros formales para disfrutar de los ingresos que garantizaba la ley y que alcanzaba a los trabajadores en la forma de Braceaje. Para Carlos V o sus ministros esta práctica no constituía un fraude.

 

La Casa de la Moneda de Potosí era una copia de la mexicana, en el sentido de haberse establecido bajo la supervisión del Virrey Toledo en 1574 por quien fuera maestro acuñador de la Ciudad de México. Tener trabajadores esclavos viviendo en el lugar era más seguro que enviar a los indios a sus casas después de una jornada manipulando toneladas de plata, ya que los trabajadores indígenas del Cerro Rico eran famosos por llevarse la plata a sus hogares. Los esclavos africanos se involucraban en problemas, principalmente de tres formas: Se peleaban en el patio los domingos, Juntaban recortes de moneda para cambiarlos por chicha fabricada por indígenas y por escaparse a altas horas de la noche para ir al pueblo.

 

Esto se hace evidente con el escaso crecimiento en la producción de plata a mediados de siglo XVII. Las huidas masivas de esclavos combinadas con cargos por robo de recortes de moneda eran, para 1640 o incluso antes, hechos directamente relacionados con la devaluación fraudulenta perpetrada por los dueños de los esclavos (los capataces) y otros oficiales corruptos de la Casa (desde el tesorero hasta los porteros) junto a algunos de los mercaderes y acreedores más ricos de la Villa Imperial. Puede decirse que los hombres más ricos de Potosí estaban entre los más ricos de toda la monarquía española. La ganancia obtenida a través de la deflación del valor de la moneda o su devaluación era tentadora.

 

El empresario gallego Antonio López de Quiroga, hizo su fortuna inmediatamente después del gran escándalo de la Casa de Potosí a mediados de siglo XVII, por la oportunidad financiera representado por la esclavitud dentro de la Casa de moneda, junto con las leyes medievales de 1497. Esto ayudo a transformar el fraude de la Casa de la Moneda, de un problema local a un desastre global. La esclavitud alteró las ganancias de los flujos medievales y silenció tanto a potenciales informantes como a trabajadores honestos. Algunos esclavos que trataron de hacer denuncias frente a los visitadores de la corona a mediados de la década de 1640 fueron amenazados de muerte y bien pudieron haber sido asesinados. Solo cuando el visitador Francisco de Nestares Marín llegó en 1648 sus testimonios fueron tenidos en cuenta.

 

Los esclavos de la Casa de la Moneda de Potosí eran forzados por sus amos corruptos a realizar el trabajo de adulteración, bajo amenaza de muerte en caso de denuncia. Algunos dijeron que habían recibido dinero para comprar bebidas como forma de mantenerlos callados. Potosí, en la década de 1640, tenía 6 talleres de corte u hornazas, con aproximadamente 25 esclavos cada uno. En Potosí, casi toda la plata que se acuñaba, la ingresaban a la Casa solo cinco a seis mercaderes banqueros, varios de ellos paisanos. El Tribunal de Cuentas de Lima, igualmente corrupto para 1640, distó de cuestionar a estos poderosos.